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Grupo colaborativo del Sur de Chicago y su lucha contra la inseguridad alimentaria por medio de comidas que alimentan el alma

La red colaborativa Farm, Food, Familias (Rancho, Comida, Familias) trabaja con varios chefs para dar comida a las comunidades afroamericanas y latinas más necesitadas, tomando en consideración sus culturas culinarias

Este artículo, publicado originalmente en inglés por Borderless Magazine, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).

Por Chelsea Verstegen

El miércoles pasado a eso de las 5 de la mañana Karla Morales madrugó para cocinar un guiso de calabacín (o zapallo italiano) mexicano con su madre, Daisy. Ambas llevan cocinando juntas desde que Morales era pequeña. La receta que esa mañana prepararon era nueva para ellas.

Trabajando codo a codo, madre e hija picaban el repollo rojo, el calabacín, las zanahorias, cebollas y chiles guajillo a la parrilla, combinando todos los ingredientes en una olla grande para luego agregar los frijoles caseros y los chochoyotes (bolas de masa de maíz). Luego mezclaron todos los condimentos y dejaron la olla cocinando a fuego lento.

Por más de cuatro años, Morales ha administrado su negocio de alimentos Amor Y Sofrito desde su propia cocina, donde prepara comida vegana con un toque Latino para entregas a domicilio y para el comercio. Pero esta vez el estofado no sería para sus clientes. A la hora de la cena, los platos llegarían a las familias necesitadas en el lado Sur de Chicago a través de la red colaborativa Farm, Food, Familias.

“Cuando ocurrió la pandemia, estaba tratando de alimentar a la comunidad”, dijo la chef mexicana-puertorriqueña. “Pero alimentar a tanta gente yo sola fue demasiado para mí, y tuve que parar”. Entonces encontró otra forma de ayudar cuando Farm, Food, Familias le pidió ayuda en mayo pasado. “Fue una bendición”, dijo.

Farm, Food, Familias es uno de varios grupos en Chicago que luchan contra la inseguridad alimentaria en las comunidades más vulnerables, que durante la crisis del COVID-19 se ha exacerbado. Todos los miércoles, los voluntarios y los miembros del personal preparan y distribuyen comidas ya listas a familias en los vecindarios de Englewood, La Villita y el Lado Sur de Chicago.

Preparados por chefs con experiencia, estos platos representan diversas culturas culinarias tales como la mexicana y caribeña. Más que simples comidas, estos platos a menudo contienen alimentos nutritivos que brindan a los residentes, muchos de ellos inmigrantes, sabores que evocan un sentimiento de comodidad e incluso hogareño.

Desde marzo, La Villita y Englewood han registrado más de 19,000 casos confirmados de COVID-19. Estas comunidades hispanas y afroamericanas se han visto afectadas de manera desproporcionada por la pandemia, enfrentando tasas de mortalidad más altas y mayores dificultades económicas en comparación a residentes blancos.

La inseguridad alimentaria, que ya es un problema recurrente, ha empeorado. Según la organización Feeding America (Alimentando América), se estima que la inseguridad alimentaria en el Condado de Cook aumentó en un 51 por ciento entre el 2018 y el 2020, una cifra que representa a 270,000 personas adicionales que no pueden obtener alimentos suficientes para vivir una vida activa y sana.

Hoy, el Condado tiene la tercera población más grande de personas que enfrentan inseguridad alimentaria en los Estados Unidos: casi 800,000 personas, o aproximadamente el 15 por ciento de la población, se ven afectadas. Asimismo, el Greater Chicago Food Depository (Almacén de Comida de la Área Metropolitana de Chicago) distribuyó más de 77.5 millones de comidas en el año fiscal 2020, la mayor cantidad en sus 42 años de historia.

“Las comunidades a las que estamos distribuyendo ya estaban sufriendo y siendo oprimidas y necesitaban atención y ayuda antes de la pandemia”, dijo Taryn Randle, fundadora de la organización Getting Grown Collective (Cooperativa Estamos Creciendo), que aboga por la soberanía popular de los alimentos y terrenos. “[La pandemia] puso en perspectiva esta ‘mierda’. Afirmó nuestra pasión y el propósito que ya teníamos”.

En mayo pasado, Randle cofundó Farm, Food, Familias con la Organización de Justicia por el Medio Ambiente de La Villita (LVEJO, por sus siglas en inglés) para abordar la necesidad urgente de alimentar a las familias. La idea surgió de una conversación entre Randle y un representante de LVEJO después de que asistieran a una clase de cocina virtual de cuatro semanas organizada por el chef Roberto Pérez. Pérez organiza estos talleres a través de Urban Pilón, una iniciativa culinaria educativa que cofundó para honrar y preservar las tradiciones culinarias de Puerto Rico, el Caribe y América Latina utilizando ingredientes naturales y saludables.

Getting Grown Collective y LVEJO invitaron a Pérez y a otro chef, Fresh Roberson, fundador del proyecto de alimentos y agricultura Fresher Together (Juntos Más Fresco), a cocinar comidas cada semana utilizando productos cosechados por un grupo de ranchos o fincas y jardines.

Las organizaciones eligieron a Pérez y Roberson porque querían llevar los sabores culturales específicos de las cocinas de los chefs a las familias que pudieran encontrarlos reconfortantes o familiares. (Roberson nació y se crio en Carolina del Norte y se enorgullece de las tradiciones culinarias sureñas por lo que a menudo prepara comida reconfortante como las berzas [hojas de repollo verdes o col crespa] y albóndigas [pastel de carne o meatloaf en inglés]). Una semana después, se lanzó Farm, Food, Familias con el objetivo inicial de preparar 50 comidas a la semana.

Getting Grown Collective había recibido una subvención para un proyecto que ahora está suspendido debido a la pandemia, y reasignó los fondos para apoyar a Farm, Food, Familias. Inicialmente, solo ocho personas se encargaban de cosechar, cocinar, envasar y entregar las comidas. Ahora, con el apoyo de donaciones de la comunidad y subvenciones adicionales, el equipo está formado por 15 empleados, incluyendo cinco chefs y alrededor de 10 voluntarios. Cada semana, sirven 350 comidas a más de 100 familias. Farm, Food, Familias también recluta miembros del equipo que semanalmente se aseguran de que las necesidades de las familias sean cubiertas.

El miércoles pasado, Esmeralda Arroyo fue una de las residentes de La Villita que recibió comidas de Farm, Food, Familias. Nacida en México, se mudó a California en 2005, y luego se mudó a Chicago dos años después. Es coordinadora de padres en la Escuela Secundaria Madero, donde organiza clases para los apoderados, pero su trabajo se suspendió debido a la pandemia. Ella y su esposo, que trabaja en techumbres, han luchado para mantenerse a sí mismos y a sus dos hijos.

“Sientes que te ven, que no estás abandonado y que hay gente que está pensando en nosotros”, comentó sobre la ayuda de Farm, Food, Familias. “La gente que donó dinero para que pudiéramos comer una o dos o tres comidas, nos ha ayudado mucho”. Arroyo agregó que a ella y a su esposo les encanta que el grupo brinde alimentos de diferentes culturas que de otra manera no podrían probar. Hasta ahora, su comida favorita han sido las fajitas de camote preparadas por el chef Pérez.

Además de las entregas de comida semanales, Farm, Food, Familias planea expandir su alcance al proporcionar cajas de productos, hierbas medicinales y tés gratuitos, clases de cocina y un libro de recetas con comidas de los chefs participantes. También ha comenzado a distribuir productos no utilizados y comidas adicionales a los refrigeradores locales––conocidos en inglés como love fridges o refrigeradores del amor––los cuales son abastecidos por la comunidad, invitando a los vecinos a tomar lo que necesitan y dejar lo que puedan.

Para Morales, la red de apoyo le permite pasar más tiempo con sus cuatro hijos en casa mientras cocina y ayuda a su comunidad. Ha suspendido las actividades de Amor Y Sofrito para enfocarse en el grupo colaborativo, ser mamá y cuidar de sí misma. Se siente agradecida de poder ofrecer sus habilidades para alimentar a sus vecinos y está emocionada por lo que el futuro pospandemia le depara a ella y a Farm, Food, Familias.

“Es un sentimiento hermoso poder ser una parte tan importante de la comunidad en estos tiempos”, dijo. “No sé si [Farm, Food, Familias] se da cuenta de que también me han ayudado mucho. Siento que soy solo una de esas familias a las que están ayudando al permitirme hacer una diferencia”.

Para obtener más información sobre Farm, Food, Familias y apoyar su misión, presione aquí.

Traducido por Marcela Cartagena

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