Este artículo, publicado originalmente en inglés por Block Club Chicago, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
Por Woojae Julia Song y Joe Ward
Este artículo forma parte de una serie sobre cómo es que los inmigrantes que son dueños de negocios y los trabajadores de la concurrida escena restaurantera en Uptown le han hecho frente a la pandemia de COVID-19 y a la gentrificación del barrio. Fue producido en colaboración con CatchLight Local y el Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro.
UPTOWN — Cuando Hugo Lino Espino llegó a Uptown en 1984 proveniente de México, tenía años de experiencia trabajando en una carpintería en Michoacán, su estado natal.
Soñaba con abrir su propio taller en Chicago, pero rápidamente se dio cuenta que había pocas oportunidades para eso. Y necesitaba trabajar lo más pronto posible.
Así que Espino hizo lo que hacen muchos inmigrantes cuando recién llegan a Chicago: Comenzó a trabajar en un restaurante.
“Nadie de mi comunidad trabajaba en carpintería. Todo el mundo trabajaba en restaurantes. Y no tuve otra opción”, dijo Espino. “Era trabajar en un restaurante o no trabajar”.
El tío de Espino trabajaba en Golden House ubicado en Uptown y le consiguió a su sobrino un trabajo a medio tiempo en el restaurante. Comenzó trabajando como lavaplatos, por lo que le pagaban $30 a la semana; Espino finalmente subió de puesto y trajo a sus hermanos al negocio: primero Juvenal, luego Audiel, Oliveros y una de sus hermanas. Finalmente, Hugo se asoció con sus hermanos para comprar el restaurante.
Durante más de tres décadas, la familia ha dirigido exitosamente el negocio. Pero la pandemia del coronavirus, que ha devastado la industria restaurantera y que ha impactado desproporcionadamente a las comunidades de color y a las comunidades de inmigrantes, ha puesto en peligro su gran esfuerzo.
La pandemia ha provocado que un sinnúmero de restaurantes locales como Golden House estén desde hace un año, al borde del cierre. En un esfuerzo por permanecer abiertos y con la ayuda financiera federal que es insuficiente, los trabajadores y propietarios de restaurantes como los Espino, han tenido que despedir a su personal, adaptarse a las políticas que cambian constantemente, arriesgan su salud diario y toman decisiones difíciles. Han sobrevivido gracias al apoyo de la comunidad y a que como hermanos, cuentan el uno con el otro.
“Antes de la pandemia nos iba muy bien. Ahora todo está súper lento”, agregó Espino. “Te sientes mal porque parte de tu vida está en este lugar. Cuando estás aquí durante 30 años, todos los días, siete días a la semana… es muy difícil”.
El impacto económico de la pandemia le ha salido caro a la industria restaurantera. Illinois perdió 12,000 puestos de trabajo en restaurantes desde el inicio de la pandemia hasta finales de 2020, según la Asociación de Restaurantes de Illinois. La asociación estima que el 20 por ciento de los restaurantes del estado -—o cerca de 5,000 negocios— cerrarán debido a la pandemia.
Los inmigrantes representan el 22 por ciento de la mano de obra de los restaurantes nacionales, en comparación con el 13 por ciento de la población total, según un informe de 2017 del Consejo de Asuntos Globales de Chicago. También a nivel nacional, son propietarios del 37 por ciento de los pequeños restaurantes.
Debido a la gentrificación, Uptown ya se enfrentaba al aumento en los costos de vivienda y de los negocios; ahora, su gran comunidad empresarial también se enfrenta a las consecuencias de la pandemia. Los inmigrantes o personas de color, son propietarios de 75 de los 206 negocios que son miembros de la Cámara de Comercio de Uptown, según datos de la cámara. Muchos de los negocios son lugares pequeños administrados por familias.
A finales de marzo de 2020, cuando comenzó la orden de quedarse en casa, Golden House cerró sus puertas. Eventualmente los hermanos Espino reabrieron, ofreciendo comida para llevar y así poder pagar sus facturas, aunque no estaban seguros de qué tan fructífero sería su esfuerzo.
“Tenemos que pagar el agua, la luz, el gas, el seguro, la alarma, [el servicio de] la basura, todo”, detalló Espino. “Mejor venir y ganar dinero, al menos para [pagar] esos recibos, ¿sabes?”.
Además de los cinco hermanos Espino, Golden House tenía solo dos empleados más: dos mujeres que eran meseras. Cuando el restaurante reabrió, Espino les ofreció sus trabajos con menos horas de jornada laboral. Pero ellas lo rechazaron. Una, decidió jubilarse anticipadamente, contó, y la otra, le explicó que quedarse con los beneficios de desempleo o trabajar limpiando casas, le daba más estabilidad financiera que las pocas horas que trabajaría en el restaurante.
“Le dije: ‘Haz lo sea mejor para ti. Y luego, cuando todo esté bien, empezaremos juntos de nuevo, como antes’’, relató Espino.
Así fue que el restaurante se convirtió en un verdadero negocio familiar en el que solo los hermanos permanecieron empleados.
Como empleados restantes que tenían más interés en el negocio, se unieron para sacar adelante su negocio y así superar la pandemia. La familia también es propietaria del edificio donde se ubica el Golden House, lo que significa que no pagan al mes miles de dólares en alquiler.
Conforme el brote de coronavirus en la ciudad quedaba bajo control, a principios de junio se permitió comer al aire libre y más adelante ese mismo mes, se permitió comer en en el interior.
Siendo el encargado del mantenimiento, Hugo construyó y pintó una estructura de patio en naranja brillante que hace juego con la fachada del restaurante para que así la gente pudiera comer afuera.
Ese fue un punto “brillante” de bienvenida para el restaurante de desayunos, que usualmente era un lugar de encuentro para la comunidad y un refugio. La comida que ofrece el restaurante no funciona tan bien para llevar como la pizza o los tacos, dijo Espino.
Pero aún así, con el Golden House abierto a solo el 25 por ciento de su capacidad, era difícil administrar el restaurante.
Posteriormente durante el otoño con el aumento de casos, nuevamente el Golden House se vio obligado a cerrar sus puertas al servicio en persona.
Muchos restaurantes decidieron cerrar durante el invierno, con la esperanza de que pasara lo peor de la pandemia.
Pero Golden House permaneció abierto todos los días, excepto durante la Navidad, con solo el equipo de hermanos atendiendo a sus clientes habituales. Golden House recibió un préstamo federal del Programa de Protección de Cheques de Pago de $38,649 y un préstamo de $10,000 a través del programa estatal de Subvenciones para el Mejoramiento de Negocios, pero esas subvenciones de una sola vez apenas mantuvieron las luces encendidas, dijo Espino.
“Es como cuando tienes una gran cortada en la mano y alguien te da una aspirina”, comparó.
Los clientes habituales, que fueron al restaurante del barrio por algo más que comida para el desayuno, han mantenido al Golden House a flote.
John Blick ha disfrutado de muchos “almuerzos de recuperación” y comidas en solitario en Golden House desde 2005, cuando se mudó a Uptown proveniente de Wisconsin. Incluso después de mudarse del barrio, Blick mantuvo su rutina de regresar al restaurante y pedir un omelette de jamón y queso con papas fritas y pan tostado de centeno.
Antes de la pandemia, el restaurante se abarrotaba de comensales que se sentaban en las cabinas de vinilo rojo y en la barra. El olor a café y de hotcakes impregnaba el aire. La estética clásica de su decoración ha puesto a Golden House en la pantalla de televisión en programas como “Shameless” y en los videos musicales de Chance the Rapper.
“Me encanta el lugar por su estética sin lujos”, dijo Blick. “Simplemente es un restaurante muy honesto y directo”.
Mientras que el paisaje visual y comercial del barrio ha cambiado, dijo Blick, la comida, el menú y el diseño del restaurante se han mantenido exactamente como él los recuerda.
A través de los años, Blick, quien trabaja como director de asociaciones de la Cámara de Comercio de Uptown, también ha llegado a conocer a Espino.
“Es un hermano y padre generoso, amable, platicador, orgulloso, cumplidor y centrado”, dijo.
A través de los años, Espino ha servido a clientes que crecen y traen a sus hijos, luego a sus nietos. Charla con casi todos los que entran por la puerta e incluso, ha presentado a algunos de sus clientes que buscan apoyo legal sobre su estatus migratorio con sus clientes habituales que son abogados.“Me gusta ayudar a las personas cuando necesitan algo”, dijo. “El cliente no es un cliente, es como parte de tu familia”.
Cuando el restaurante pasó a ofrecer su comida solo para llevar, los clientes perdieron esa conversación amistosa —y servicial— . Y resultó que mucha gente echaba de menos ese ambiente tanto como los hermanos dueños del negocio.
“La mayoría de las veces son clientes habituales”, los que piden comida para llevar, dijo Espino. “Me dicen: ‘Cuando voy a un restaurante, quiero hablar con alguien. Tengo comida en mi casa, pero quiero hablar con alguien. Quiero sentirme importante. Eso es lo que me dicen”.
Recientemente en una mañana, seis clientes se sentaron distanciados alrededor del perímetro del restaurante. Algunos se sentaron en pares, pero la mayoría estaban solos. La canción “Kiss Me”, de Sixpence None the Richer, sonaba en la radio. Oliveros Espino, que en estos días trabaja como el único del personal al frente, le ofreció a una mujer servirle más café.
“¿Estás listo para este día?”, le preguntó a un hombre mayor mientras le llevaba la cuenta.
Con la propagación del coronavirus disminuyendo, de nuevo, Golden House está abierto para comer en el interior. No ha sido el bálsamo que muchos negocios que hibernaron durante todo el invierno esperaban, dijo Espino. Y los residentes de Uptown parece que dudan más en comer fuera que los de otros barrios, dijo, lo que es bueno para la salud pública, pero no tan bueno para los negocios.
Pero es solo el comienzo.
El cambio de Uptown continúa sucediendo rápidamente. Al otro lado de la calle donde se ubica el Golden House, está el Bridgeview Bank Building, que es el edificio histórico de Uptown más reciente en convertirse en apartamentos de lujo.
Los cambios en Uptown han expulsado a algunos de los residentes que podrían frecuentar un restaurante asequible. También ha encarecido los negocios, y Espino dijo que ha recibido muchas ofertas para comprar el edificio del restaurante, que se encuentra justo al lado del Riviera Theatre, que actualmente está cerrado debido a la pandemia.
Espino vino a Uptown para unirse a una vida que su familia ya había comenzado a construir allí. Aunque él y sus hermanos se han mudado a barrios más asequibles como Hermosa, los Espino han mantenido su negocio en el Uptown sin pensar en dejarlo.
“Es como mi segunda ciudad natal”, dijo Espino del barrio. “Aquí, puedo ganar mi dinero para comer y para apoyar a la comunidad”.
Traducido por Gisela Orozco