Este artículo, publicado originalmente en inglés por Chalkbeat, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
Por Yana Kunichoff
A Leslie Trejo, como la mayoría de los padres, no le gusta ser la villana. Pero este año escolar, aceptó el rol, si eso significaba que su hija en kínder tenga la práctica de lectura adicional que necesita.
En la casa de Trejo en La Villita, eso significa tomar 15 minutos del sábado por la tarde para practicar la memorización de palabras como “de”, “para” y “era”, todo mientras le pedía a su hija de tercer grado que jugara cerca. La lección: la diversión viene después de practicar con tarjetas.
Ann Miller, una madre que reside en Lakeview, ha vivido una lucha similar. Quería medir la capacidad de lectura de su hija, pero la niña, quien es independiente, se negó a leerle a su madre. Así que Miller convenció a su hija para que le leyera al gato, mientras la observaba de reojo.
“La mayor frustración que tuve fue que realmente no podía decirle si lo estaba haciendo bien o no”, dijo Miller.
Cuando la pandemia del COVID-19 forzó la escolarización en el hogar, muchas familias se encontraron repentinamente en primera línea: observando, persuadiendo, enseñando, y a veces, alzando las manos en señal de frustración mientras sus hijos trataban de aprender los bloques básicos de la lectura.
El ya difícil y crucial proceso de aprender a leer se complicó aún más este año por las disparidades en la experiencia del aprendizaje virtual, sumado a una amplia inconsistencia en la forma en que las escuelas de Chicago enseñan la lectura. Estos obstáculos han presentado grandes dudas sobre si los niños aprendieron habilidades críticas de lectura temprana este año y qué se debe hacer para que se pongan al día.
Después de más de un año de educación virtual, nadie parece tener una idea clara del índice de niños en Chicago que aprendieron a leer durante la pandemia y cuántos se han quedado atrás.
Cuando Illinois cerró las escuelas en marzo de 2020 para evitar la propagación del coronavirus, los maestros en toda la ciudad se vieron obligados a acostumbrarse a un nuevo método de enseñanza, por lo que tuvieron que crear un plan de aprendizaje virtual casi desde cero, sin pauta alguna.
El riesgo fue particularmente alto para los pequeños estudiantes que apenas comenzaban a leer. Los adultos que hoy son lectores seguros de sí mismos, probablemente en parte porque tuvieron una educación preescolar sólida son más capaces de defenderse en el trabajo, navegar en el sistema para buscar orientación en salud, o trabajar en lugares mejor remunerados.
Pero la mayoría de los currículos de lectura exigen un factor clave: a los niños se les enseña en persona.
Para abordar algunas de esas brechas en la lectura y otras materias bajo el aprendizaje virtual, el distrito sugirió áreas curriculares que los maestros deberían priorizar, llevó a cabo capacitación sobre la enseñanza a distancia y les comunicó a las familias sobre el sistema de libros de biblioteca virtual del distrito.
Para evaluar a los estudiantes, el distrito otorgó a los maestros una herramienta en línea llamada Lectura Amplificada (Amplify Reading), donde los maestros principalmente escuchan a los estudiantes leer. También introdujeron un sistema de evaluación dirigido por el distrito que permite a los maestros crear sus propias pruebas.
Pero dichos esfuerzos por parte del distrito se vieron enfrentados a un sistema descentralizado de educación en lectura basado en una metodología criticada por los expertos. Asimismo, el distrito se encontró en un medio ambiente de aprendizaje enormemente diverso durante la pandemia.
Bajo el plan de lectura descentralizado del distrito, las escuelas eligen los currículos de lectura que provienen de una lista aprobada por el mismo. Una ventaja de ese plan es que los maestros pueden contar con una amplia gama de planes de estudio y sin duda mejores lecciones personalizadas para grupos específicos, como estudiantes bilingües.
Pero también hay desventajas. Muchos de los planes de estudios que usa el distrito se basan en el modelo de alfabetización equilibrado, el cual utiliza una mezcla de lectura individual y grupal, claves en el contexto, algo de fonética y práctica de escritura para enseñar la lectura. Los críticos dicen que ese enfoque no está respaldado por la ciencia en cuanto a cómo los niños deberían aprender las habilidades básicas de lectura.
La combinación de los planes de estudios preferidos y la supervisión descentralizada indica que el distrito no está al tanto de cómo se enseña la lectura en cada aula, por lo que podría haber brechas de instrucción. La primavera pasada, el distrito identificó alrededor de 55 escuelas primarias que no contaban con un programa de fonética adecuado para el desarrollo de la alfabetización temprana.
De igual modo, hay desafíos con el aprendizaje virtual. Incluso con la misma instrucción, un estudiante podría estar aprendiendo desde un jardín infantil con un experto en alfabetización, otro en casa con un padre cerca, pero con una conexión de Internet poco fiable, y un tercero rodeado de hermanos.
“El ambiente que los rodea es lo que no es equitativo”, dice L’Rae Robinson, maestra de kínder de la Escuela Primaria Mount Vernon.
Funcionarios de las escuelas de Chicago dicen que comparten la preocupación sobre cómo el año pasado impactó a los estudiantes de educación preescolar de la ciudad. “Sabemos que la pandemia ha tenido un impacto negativo en la consistencia del acceso a una instrucción efectiva para muchos estudiantes”, dijo el portavoz James Gherardi en un comunicado. “Y ese impacto ha sido más notorio entre los estudiantes más jóvenes de nuestra nación”.
De igual modo, los maestros dicen estar divididos en si confiar o no en los puntajes de los exámenes para formarse una idea de la realidad de la alfabetización de todo el distrito durante la pandemia. A través de la medición usual, como los puntajes de las pruebas, los funcionarios no pueden evaluar con precisión cómo este año escolar—que se llevó a cabo en medio de la incertidumbre, del estrés, y a través de un nuevo medio—ha sido para los niños. Pero también se preguntan, ¿son los puntajes de las pruebas la herramienta correcta?
Para la maestra de primer grado DeJernet Farder, es esencial reconocer la dificultad del año pandémico especialmente para los estudiantes de edad preescolar quienes les cuesta expresar sus sentimientos o entender el estrés que los rodea. Pero no mira el año pasado como un periodo de pérdidas o ganancias.
“Los niños no van a venir al nivel en el que deberían estar”, dijo Farder, maestra de primer grado en la Escuela de Excelencia de Morton en el Parque Garfield. En cambio, se ha asegurado de que sus estudiantes hayan aprendido los principales puntos de aprendizaje de primer grado, incluso si no profundizaron en el tiempo pasado o en identificar los verbos, para que tengan algo de fundamento.
Sencillamente, dice Farder, los niños no deberían ser castigados por no saber lo que no se les ha enseñado.
‘He aceptado el caos’
A medida que los maestros evalúan a los estudiantes, los padres ansiosos están haciendo lo mismo, pero a menudo sin herramientas, apoyo o, a veces, la cooperación de sus hijos.
“Nuestros apoderados básicamente se han convertido en maestros-estudiantes”, dijo la maestra de primer grado L’Rae Robinson. “Sus hijos pueden estar aprendiendo a leer, pero [los padres] también están aprendiendo a enseñar”.
Las familias han intentado aprender habilidades de enseñanza como los sonidos de palabras. Asimismo, lidian con preocupaciones que involucran desde el maestro de clase hasta el supervisor de la guardería. A veces, simplemente se aseguran de que los niños se sientan seguros en el proceso.
Para Leslie Trejo, quien trabaja como asistente médica en el Hospital Rush, el desafío ha sido un trabajo de equipo para ayudar a su hija a progresar con la lectura. La primera línea de información es su maestra de clase, quien comparte lecciones y dirige pequeños grupos; luego viene Candice Washington, una profesora de educación de la primera infancia en el jardín infantil donde la hija de Trejo aprende en forma virtual todos los días junto con otros 15 estudiantes. Finalmente, está la propia Trejo, quien enseña a su hija los fines de semana y por las noches.
Trejo ha aprendido el vocabulario visual, como las palabras “a”, “mi” y “era”, que se supone todo estudiante debiera memorizar, y también cómo comunicarse con los maestros a través de una aplicación llamada ClassDojo. También ha aprendido, en todo sentido, cómo es el aprendizaje.
Michelle Bautista ha aprendido a tener expectativas realistas para su hijo bilingüe para no traspasarle su ansiedad por el proceso que él está pasando para aprender a leer.
“Cuando la maestra dijo que mi hijo podría estar atrasado en su nivel de primer grado, la maestra estaba tratando de hacer todo lo posible para informarme que él necesitaba más práctica y que no la estaba recibiendo”, dijo Bautista, quien trabaja a tiempo completo desde casa y se turna con su esposo para chequear a su hijo cada 15 minutos. “Es un equilibrio tan delicado, quiero que le guste leer. No quiero que se sienta presionado mientras aprende a leer”.
Así que, dice Bautista, “he aceptado el caos”.
La confianza fue la clave para la hija de primer grado de Shauna Schumer, quien solía frustrarse o avergonzarse, cerrando la computadora si le costaba leer una palabra. “Cualquier cosa relacionada con la lectura o la escritura se transformaba automáticamente en una situación caótica porque no tenía confianza en sí misma”, dijo Schumer. “Ella sabía que estaba atrasada en el aprendizaje y era difícil para la maestra no estar allí para consolarla”.
Sin embargo, descubrió que la propia evaluación que ella tenía de su hija no era un indicativo preciso de cómo le iba en la escuela. “En un momento dado, llegué a pensar que ella estaba más atrasada de lo que realmente estaba”, dijo. “Y luego hablé con la maestra, y yo estaba como, oh, ¡no me di cuenta de que ella podía leer!”
Para Nell Duke, profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de Michigan, ahí está la clave. “Hay dos ideas importantes de este año que espero permanezcan con nosotros a medida que avanzamos: las formas en que las experiencias emocionales sociales están entrelazadas con la lectura”, dijo Duke. “Y espero que esta experiencia ayude a forjar asociaciones más sólidas entre las familias y las escuelas en torno al desarrollo de la alfabetización”.
Los funcionarios del distrito reconocen las diversas consecuencias del año pandémico entre los estudiantes y aseguran haber ofrecido apoyo específico a los maestros de educación preescolar.
“CPS ha duplicado el apoyo a los maestros de la primaria a través de la Colaboración de Alfabetización Temprana para asegurar un fuerte enfoque en la instrucción de habilidades fundamentales, equilibrada con la abundante lectura de textos diversos y atractivos”, dijo el portavoz del distrito Gherardi.
Los funcionarios dicen que se vislumbran otros cambios críticos, incluyendo un próximo plan que detallaría las maneras en que las escuelas pueden abordar el aprendizaje perdido. Pero aún no han publicado muchos detalles.
Los líderes también han promocionado el debut de una nueva iniciativa curricular llamada Skyline, que se llevaría a cabo en el verano, parte de un plan de $135 millones para crear material didáctico de alta calidad que estaría disponible para todos los educadores. La ciudad lanzó el programa piloto en 38 escuelas. El distrito aún no ha dicho mucho al respecto públicamente, excepto que el programa tiene componentes de fonética, es más apropiado culturalmente que los programas disponibles, y tiene opciones más sólidas de lectura bilingüe.
Dicho programa será opcional para las escuelas mientras que Chicago continuará con las listas de currículo recomendadas y no las requeridas, por lo que las escuelas tendrán más flexibilidad en cómo enseñar la lectura.
Sin embargo, algunos expertos en educación han argumentado que el distrito necesita reevaluar todo su enfoque.
Las estrategias de enseñanza no son efectivas si no se prioriza la fonética, leer en voz alta o la memorización de las palabras, aseveran los expertos. “Es probable que el aprendizaje virtual solo empeore los problemas que se ven en un aula de alfabetización equilibrada, donde los niños están cada vez más atrasados porque no están recibiendo suficiente práctica en una variedad de patrones” de instrucción de lectura, dijo Barbara Foorman, experta en lectura de la Universidad Estatal de Florida, a Chalkbeat al comienzo de la pandemia.
El distrito también ha sido fuertemente criticado por apoderados y maestros, quienes dicen que necesita aumentar su apoyo a la educación diferencial. El distrito también debe identificar las discapacidades de aprendizaje basadas en la lectura con anticipación para asegurarse de que los estudiantes reciban apoyo adicional más rápidamente, aseveran.
Por ahora, los maestros y las escuelas están creando a sus propios enfoques. Esta primavera, la escuela donde L’Rae Robinson enseña administró la prueba NWEA (Examen para medir el progreso académico) a estudiantes en persona. Tras el examen, los maestros vieron que los estudiantes tuvieron un buen desempeño en la ortografía y el vocabulario, pero les fue mal en la escritura.
Eso no le sorprendió a Robinson. Meses de aprendizaje a través de Google Slides habían fortalecido algunas habilidades y otras no. “Escribir es esencialmente la aplicación (de esas habilidades)”, dijo, “y no soy capaz de darles el tiempo y la atención que necesitan”.
Por su parte, los padres observarán con atención la forma en que el distrito se adaptará durante las próximas semanas y meses. Por ahora, se aferran a las pequeñas victorias y esos momentos de progreso que traen una ola de orgullo y alivio.
“La primera vez que (mi hija) dijo el vocabulario visual correctamente, literalmente tuve que salir de la habitación porque estaba empezando a llorar”, dijo Schumer. “Fue toda una batalla.”
Traducido por Marcela Cartagena