Este artículo, publicado originalmente en inglés por Chalkbeat Chicago, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
A Darius Stanley y su amiga Trinity Colón les encantaba la secundaria. Para ambos estudiantes, quienes también son atletas, los pasillos de la escuela secundaria George Washington, ubicada en el sur de Chicago, a veces se sentían como su versión personal de High School Musical, la popular y enérgica serie de películas juveniles.
“Me encanta mi escuela. Es como una comunidad gigante”, dijo Darius, de 16 años, quien juega béisbol y es miembro del consejo estudiantil. “Siempre es divertido y se aprende al mismo tiempo.”
Luego el color se desvaneció de esa imagen, cuando la pandemia del coronavirus obligó a cerrar abruptamente las escuelas durante la primavera y a comenzar el nuevo año escolar este otoño en modo enseñanza a distancia.
Sin la emoción de ver a los amigos en persona después del verano o la anticipación de sentarse en el salón de un nuevo profesor, tanto Darius como Trinity cabeceaban durante los largos días de clases a distancia, o en los recesos para el almuerzo, durante los primeros días de escuela.
A diferencia de otros estudiantes, Darius y Trinity habían superado los obstáculos más grandes para el aprendizaje a distancia, asegurando el internet en casa y un dispositivo de trabajo, pero se encontraron frente a un desafío gigante: cómo mantenerse motivados frente a una pantalla.
“La automotivación es algo que debo tener todos los días”, dijo Darius, quien añadió que a menudo le servía de mucho tener profesores y a otros compañeros de clase para mantener su nivel de energía. “Me repito a mí mismo que necesito prepararme para acostumbrarme a mi propio espacio y mantenerme involucrado.”
En un esfuerzo por recuperar el tiempo perdido en la primavera, las Escuelas Públicas de Chicago han establecido un día de aprendizaje virtual de duración similar a lo que los estudiantes experimentarían de modo presencial durante un año escolar normal. Pero la jornada de seis horas ya causó una gran reacción, con quejas de algunos padres y el sindicato de profesores de la ciudad.
Hay mucho en juego. Con más de 300,000 estudiantes aprendiendo en línea este otoño y un cronograma poco claro, sobre cuándo podría reanudarse la educación de modo presencial, es importante que los estudiantes aprendan de forma remota
Darius, Trinity y Julissa Reyes, son tres jóvenes que asisten a la escuela secundaria en George Washington, son estudiantes dedicados y comprometidos. Practican deportes y se sienten emocionados de participar en el riguroso programa de Bachillerato Internacional que se ofrece en su escuela. Sin embargo, también han lidiado con la transición al aprendizaje a distancia.
Una mirada al pasado
Durante los primeros meses, después de que los planteles educativos cerraran, Trinity luchó por comprometerse con sus estudios
Normalmente una estudiante con calificaciones sobresalientes se sentía como si estuviera en una neblina. Describió los días que pasó abrumada debido a la información sobre el coronavirus. Extrañaba a su papá; debido a que sus padres están separados, él vive en otra casa, y la pandemia había truncado sus visitas. Mientras tanto, ella luchaba por encontrar la motivación para involucrarse activamente en sus clases en línea.
Cuando comenzó este año escolar, trató de abordar ese problema, pero fue difícil. Echaba de menos los atuendos del primer día, los materiales escolares personalizados y los planes para decorar su casillero…todos esos rituales del regreso a la escuela que generalmente la emocionaban para volver cada año.
“Parece una tontería, pero todas esas cosas han sido parte de mi vida durante un tiempo y es triste no poder llevar a cabo esas mismas tradiciones”, dijo.
Así que pasó la noche anterior al primer día de clases canalizando su nivel de estrés en una redecoración. La estudiante de segundo año de la escuela secundaria reorganizó su habitación para tener un área de escritorio para el aprendizaje remoto, considerando que “la gente podrá ver mi casa ahora”, dijo Trinity en un mensaje de texto.
“Sigo intentando ser optimista y recuperar las costumbres de otros años de manera diferente, como dedicar mucho esfuerzo y tiempo en la creación de un espacio físico y digital especial para mí”, dijo.
Para Darius, devolver algo de normalidad al año escolar ha significado ser creativo en cuanto a nuevos canales sociales y establecer algunos límites en su casa. El muchacho de 16 años vive con su hermano y un primo; otros tres primos que viven enfrente, a menudo también reciben sus clases en la casa de él. “Se vuelve caótico”, dijo.
En los primeros días, se sentía extraño el hecho de colocar las presentaciones en un formulario de Google, en lugar de decirlas en voz alta. También, escuchar la voz de una persona a la vez en lugar del ambiente y el ruido de un salón de clases lleno de estudiantes.
Así que trató de recrear algo de la unidad que emerge de estar juntos de nuevo en clase: “Tan pronto como me enteré de la lista de estudiantes de la clase, hice una charla grupal”, dijo. “Me dio la sensación de: ‘bueno, todavía estamos todos juntos en esto, todavía estamos en clase juntos.'”
Un esfuerzo en conjunto
Los estudiantes dicen que cada maestro y la misma escuela les han ayudado a adaptarse.
En George Washington, que se autodenomina “La escuela secundaria de tu vecindario donde la universidad es la meta”, el sitio web de la escuela ofrece a los estudiantes “desorientados” el primer día, la oportunidad de conectarse a una reunión de Google con sus consejeros o la oficina central.
Julissa Reyes, una estudiante de tercer año que vive con su madre y su hermana mayor, dijo que agradece que los maestros sean sinceros con los estudiantes.
Los educadores han participado en las actividades virtuales de rompe hielo a medida que los estudiantes se van conociendo, ya sea haciendo una presentación sobre sus pasatiempos o participando en un juego llamado “Dos verdades y una mentira”.
“Se han sincerado mucho en los últimos días”, dijo.
La primavera pasada, Julissa se sintió abrumada por la cantidad de trabajo escolar en las confusas primeras semanas de educación a distancia, con los maestros tratando de asegurarse de que los estudiantes terminaran sus estudios. Como estudiante de Bachillerato Internacional, “Me preocupaba no poder seguir el ritmo de todo.”
Hasta el momento, la carga de trabajo de este año parece estar bien, dijo.
“Una vez que las clases comenzaron, los maestros fueron muy comprensivos desde el punto de vista de los estudiantes”, dijo.
Darius notó que los maestros este año parecen estar al tanto de los temas más importantes que suceden fuera del aula, y no han dudado en abordarlos virtualmente. Los maestros les han preguntado a los estudiantes sus pronombres de género. También han discutido sobre la raza y el racismo, grandes temas en las noticias de este verano cuando los manifestantes de diferentes puntos del país marcharon contra la violencia policial hacia los afroamericanos.
“Me gusta que nuestros profesores estén concientizados sobre eso”, dijo.
Trinity dijo que ha sido más fácil conectarse con los maestros y los estudiantes en algunas clases, pero no en otras. Ella prefiere que los maestros les den a los estudiantes la opción de apagar sus videos, a pesar de que una directiva del distrito les inste a encender sus cámaras.
“Hay clases en las que los maestros solicitan que las cámaras estén encendidas y hacen que las cosas sean incómodas para los estudiantes”, dijo. Pero en otras, “los profesores intentan ser lo más inclusivos y comprensivos en medida de lo posible”.
Trinity es muy consciente de que tiene algunas cosas que muchos de sus compañeros de clase carecen; como, por ejemplo: un escritorio, tecnología para trabajar y un espacio con mucha quietud.
En los buenos momentos, dice que se está adaptando. En otros momentos, se siente difícil acostumbrarse a esta nueva normalidad: “De buenas a primeras, parece que podría ser una lucha.”
EXTRA
Para Trinity, el primer día fue más estresante de lo que hubiera sido con el aprendizaje presencial. El tema principal: las largas horas frente a la computadora.
Trinity lo describe como “frustrante para mi cuerpo”. Y no estaba sola: dice que muchos de sus compañeros lucharon por no quedarse dormidos, agotados por empezar frente a una pantalla. “Pero, nos las arreglamos y pasamos el día”, dice.
Traducido por Beatriz Oliva